jueves, 24 de septiembre de 2015

¿QUE HAY DEL "CATALANISMO POPULAR REPUBLICANO"?

El derecho de autodeterminación de los pueblos -el derecho a decidir, que se dice ahora-  es un derecho democrático fundamental e inalienable, pero que no reconoce la Constitución monárquica de 1978; y ese es, justamente, el problema a resolver que se plantea en los comicios catalanes del próximo 27 de septiembre.



Para las izquierdas los derechos sociales y los derechos nacionales son inseparables. Por eso, durante la Dictadura franquista las izquierdas española y catalana defendieron la autodeterminación de las naciones históricas, casos de Cataluña, Euskadi y Galicia. Eso significaba defender la ruptura democrática con el franquismo, y poner a referéndum la forma de Estado -Monarquía o República-, así como el encaje de esos territorios en una fórmula de Estado plurinacional.


La derrota de la ruptura democrática, primero, y la aceptación después de la Constitución monárquica de 1978 por el PSOE y el PCE condujo a no resolver el problema; algunos lo pagaron caro, tal como ocurrió con la desintegración partidaria del PCE desde 1981, y la práctica desaparición de su homónimo, el Partido Socialista Unificado de Catalunya (PSUC). Y ahora, a la vuelta de más de tres décadas, hay quienes se reclaman del desaparecido PSUC, y hasta el nacionalismo catalán, se disfraza de independentismo de izquierda. ¿Qué ha pasado? ¿Qué está pasando?




Hasta la debacle del partido hegemónico del catalanismo burgués, Convergencia Democrática de Cataluña,  y de su líder y fundador, el "molto honorable" Jordi Pujol, el independentismo no estaba en su hoja de ruta. Desde 1980 a 2002 Pujol gobernó sin problemas, llenando los bolsillos de su familia y de su partido, tras convertir cínicamente la estafa de Banca Catalana en un "ataque a Cataluña"; al paso que los gobiernos españoles de PSOE y PP no encaraban el saqueo organizado de las arcas públicas que el fer país del pujolismo llevaba a cabo.

Al reinado del pujolismo le vino de perlas la ley electoral del reformismo franquista,  tanto en las elecciones generales, como en las autonómicas. En las generales, porque cuando el sistema bipartidista no era perfecto - o sea, el partido ganador carecía de mayoría absoluta- Madrid recurría a los escaños de Pujol, que más caro los vendía; en las autonómicas, porque la ley electoral al subestimar los votos de las aglomeraciones urbanas, como el área metropolitana y proletaria de Barcelona, convertía en censitarios los comicios catalanes.

Pese a las semejanzas entre la derecha española del PP y la derecha catalana de Pujol en políticas antisociales y escándalos de corrupción, el choque entre el nacionalismo español y el nacionalismo catalán ha sido estrepitoso desde que el PP recurrió al Tribunal Constitucional para "cargarse" el nuevo Estatuto catalán (2005) y lo consiguió. No sin provocar que el soberanismo y la petición de referéndum ganase terreno.


A la postre, el sucesor de Pujol y presidente de la Generalitat, Artur Mas, optó por  envolverse en la bandera independentista para matar varios pájaros de un tiro: frenar el hundimiento de su partido, y buscarle un desagüe a las brutales políticas neoliberales que viene aplicando y que en nada desmerecen de las del PP en el Estado español. Eso explica que la candidatura independentista de Artur Mas, "Junts pel Sí", aparte de  plantearse en términos plebiscitarios, ni siquiera haya publicitado su programa electoral.

En cambio, en la izquierda destacan dos coaliciones que pretenden ligar lo social y lo nacional: 

la independentista "Candidatura de Unidad Popular" (CUP) y la no independentista "Catalunya Si que es Pot" (CSQP),  en la que participa Podemos. Ambas se proponen un proceso constituyente desde abajo, sobre la base de un referéndum vinculante. Pero difieren y no poco en el largo alcance, ya que CSQP se limita a la perspectiva de una Catalunya democrática, de justicia social y libre de corrupción, mientras la CUP defiende el republicanismo con una perspectiva de clase, y rechaza a la Europa oligárquica del Euro, desde un punto de vista anticapitalista.




No hay comentarios:

Publicar un comentario