La
mayoría de la izquierda europea ha sido partidaria de la moneda
común, el Euro, y su vinculación a la Unión Europea, con la que se
esgrimía haber alcanzado paz y prosperidad duradera. Se rechazaba
con ello el retorno a las monedas nacionales y por tanto a las
limitaciones del Estado nacional, a la par que en el marco de la
Unidad Económica y Monetaria se hacían los reclamos para librar la
batalla contra las políticas neoliberales dominantes. Y así, hasta
que el impacto de la Gran Recesión desde 2008, en los países del
Sur de Europa, en general, y en particular ante la crisis griega,
puso a cavilar sobre el sistema oligárquico del Euro.
Y
como los incondicionales del Euro separan los efectos de las causas,
lo mismo afirman compadecerse mucho del sufrimiento del pueblo
griego, de la crisis humanitaria de Grecia, que no por ello dejan de
repetir el mantra conservador de que "salirse del euro es lo
peor".
Se recordará, por ello, que la coalición griega de Syriza, que decía ser de izquierda "radical", ganó las elecciones diciendo que iba a poner fin a los dictados de la Troika, sin salirse del Euro, pues tal era la voluntad del pueblo griego. Por lo visto, los griegos y los demás países del Sur de Europa relacionaban el Euro con el recuerdo de la prosperidad que antaño le aportaron los "fondos" económicos estructurales europeos.
Los
griegos se resistían a vincular el Euro con el expolio de los bienes
nacionales,la dureza de la crisis económica, y los dos
"rescates" impuestos por la Troika; ya que ante el tercer
"rescate" capituló el Gobierno de Syriza, y su Primer
Ministro Alexis Tsipras, pese a que sin salirse del euro, había
medidas audaces tomar. Según Eric Toussaint: "hubiera bastado
con suspender el pago de la deuda y tomar el control de los bancos,
controlar el movimiento de capitales, y llegar incluso a la creación
de una moneda complementaria".
EricToussaint es el coordinador científico de la auditoria que está realizando la Comisión de la Verdad sobre la Deuda Griega; esta Comisión -creada el pasado mes de abril por la presidenta del Parlamento griego- reveló que el crecimiento de la deuda no fue debido al gasto público, del todo inferior al de los países de la eurozona, sino al pago de intereses de la deuda extremadamente altos, a los gastos militares y el desequilibrio internacional generado por el diseño del Euro.
Pero
el Gobierno de Syriza ni siquiera tomó el control del Banco Central
de Grecia, con lo cual éste siguió dirigido por el personaje
nombrado por el gobierno anterior de la derecha griega. Luego, a
resultas del triunfo del NO en el referéndum del 5 de julio, cuando
se suponía que se iba a corregir la ambigüedad, ante un mandato
popular inequívoco, el ministro Varufakis trató de forzar la
situación, planteando la nacionalización de los bancos y la
intervención del Banco Central de Grecia, pero la respuesta de
Tsipras fue su destitución inmediata.
En su artículo "El error de Tsipras", publicado a finales del mes de julio, Perry Anderson destacaba, entre otros puntos, los fallos de Syriza en la negociación con la Troika, puesto que su sumisión al Euro le impidió poner en marcha algunas de las bazas más eficaces: tal como un Plan B de impago organizado de la deuda, y proponerse incluso la retirada de Grecia de la OTAN, haciendo valer la posición geoestratégica de este país, a la que EEUU con bases militares en suelo griego es de lo más "sensible".
En
estos días se ha sabido que EEUU pidió a Grecia que no autorizara
en su espacio aéreo el paso de los aviones rusos que se dirigen a
Siria con ayuda humanitaria. Y esto porque el Euro y el Imperialismo
van de la mano.
Fdo
: Encarna Ruiz Galacho
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