Desde
la izquierda puede hablarse de dos tipos de análisis y de
conclusiones sobre la crisis de la deuda y la dramática situación
de la población griega, uno, el análisis de superficie y, dos, el
análisis marxista. Con el primero, a todas luces dominante,
bordeando los límites del propio capitalismo, cabe oponerse al
“austericidio”,
a las políticas neoliberales de explotación de los trabajadores y
expoliación de los pueblos; en consecuencia, el saqueo de Grecia por
los bancos alemanes y franceses, interesados en que la deuda engorde,
una deuda impagable cifrada en 120.000 millones de euros para
cobrarle intereses a varias generaciones.
Y eso sobre el
telón de fondo de que a la derecha europea no le gustase en absoluto
que la coalición de la izquierda reformista griega, Syriza, ganara
las elecciones el pasado mes de enero de 2015, con un programa
antineoliberal; convenía por tanto que no se hicieran ni ellos ni
los demás ilusiones sobre la posibilidad de un capitalismo bueno;
por ello, después de estar negociando cinco meses sin resultado
benévolo por parte de la "troika"- Comisión Europea,
Banco Europeo y Fondo Monetario Internacional- el Gobierno de Syriza
decidió convocar un referéndum exprés para el 5 de julio. Pues la
"troika" solo ofrecía medidas draconianas de asfixia
económica y de suicidio generacional, a la par que mostraban su
desprecio por los negociadores de Syriza, creyendo así desmoralizar
a sus votantes.
Se dice que las
encuestas recientes en Grecia daban un aumento de intención de voto
en un 11%, y un 63% de los encuestados decían no tener miedo a la
salida del euro. Posiblemente, pensando en que eso signifique la
salida del capitalismo, porque de no ser así difícilmente se
librarán los trabajadores de los horrores que impone la salida de la
crisis y que los griegos tan bien conocen.
En
cambio, el análisis marxista sin derramar lágrimas de cocodrilo es
mucho más certero y humanista , que el análisis de superficie y
sus variantes. Carlos Marx escribió su obra magna Das Kapital, para
que los trabajadores supieran la verdad del funcionamiento del modo
de producción capitalista. Por ello fue el primero que dejó claro
el mando del capital sobre la sociedad sin necesidad de pasar por las
urnas, y desenmascaró la ilusoria creencia en salidas no
traumáticas de las crisis económicas para el común de los
trabajadores; pues no hay salida de la crisis, sin destrucción de
empleo, y explotación y opresión redoblada, pues sobre la base del
sufrimiento de las masas se restablece la ganancia capitalista y se
impone la lógica del capital.
Por ello en todas
las crisis económicas se acrecienta el paro forzoso y los gobiernos
imponen "reformas laborales" que precarizan y desrregulan
el mercado de trabajo, que llevan a la caída de los salarios, suben
el IVA y los impuestos a las "rentas del trabajo", junto a
los recortes sociales en pensiones de jubilación, sanidad y
educación, y privatizaciones en el sector público, conducentes al
empobrecimiento de una y mil maneras de los trabajadores
asalariados, que son la mayoría de la población.
Por
eso, para evitar la recurrencia infernal de las crisis que hunden a
la clase trabajadora en el paro y la pobreza y a los pueblos en la
desolación, hay que ir a los análisis de fondo. Como señala
Rolando Astarita en su artículo "Grecia al borde del default":
"Hay que luchar por arrancar toda mejora, por más parcial que
sea, pero al mismo tiempo explicar
por qué solo una economía organizada por los productores y en su
beneficio puede dar una salida de fondo.
Explicar por qué esto no será posible en tanto el Estado sea
capitalista y subsistan las relaciones de explotación".
Entonces sí que el "miedo" empezaría a cambiar de bando.
Firmado: Encarna Ruiz Galacho
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