El 6 de diciembre de 1998 el Comandante Hugo Chávez ganó las elecciones presidenciales en Venezuela con el 57% de los votos. Tres años más tarde, en 2002, ante el impulso revolucionario del gobierno de Chávez y el chavismo, como fenómeno de masas, la reacción de la "democrática" ultraderecha venezolana de aquel país urdió un golpe de Estado, que la derecha española aplaudió, y que fue derrotado por la clamorosa movilización del pueblo venezolano.
El Comandante, con su programa de acción bolivariana, siempre obtuvo el más rotundo respaldo popular en cuantos comicios se presentó, y que no fueron pocos. Al punto de que tantos triunfos se convirtieron en algo desesperante para una oposición tan montaraz, como la venezolana, que calificar al gobierno democrático chavista de "tiranía". Una oposición dividida entre los más "violentos" como el encarcelado Leopoldo Sánchez, al que aquí en España los Felipe Glez y los de Aznar le rinden homenajes, y los menos, tipo Capriles, que no les interesa ahora a las cancillerías.
Ahora todos esos elementos esperan que la catástrofe económica acabe con el régimen chavista presidido por Nicolás Maduro. El problema, sin embargo, no es solo que falte Chávez sino que la economía no ha sido, desgraciadamente, el fuerte de la Venezuela chavista y de su proyecto de "socialismo del siglo XXI". Y hay que aprender de los errores.
En la primera década del siglo, Chávez logró reducir notablemente la pobreza, la miseria y la desigualdad social, aprovechando la coyuntura de subida de los precios del petróleo. Pero para que esto fuese irreversible era necesario implementar una estrategia de liberación de la economía rentista del petróleo y desarrollar una economía industrial, agrícola y de servicios, que permitiese el autoabastecimiento y la ocupación al máximo de la población.
Una estrategia que implica el desarrollo material de la clase obrera y del pueblo trabajador, de rechazo a la economía capitalista rentista, especulativa y lumperizada, en la que se asienta el poder de la derecha económica y política venezolana.
Por ello, a la clase obrera y al pueblo venezolano no le interesa limitarse justificar las dificultades ni la deficiente gestión de su gobierno, en nombre de la "guerra económica" o de la "conspiración imperialista";lo que le interesa es estudiar -y la crítica forma parte del estudio-para combatir la situación con perspectiva, tal como indica el economista marxista Manuel Sutherland, del Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO) de Venezuela, en su artículo: La crisis y la alocada emisión de dinero en Venezuela .
Recomiendo leer este artículo. Porque a las personas no solo curiosas social e intelectualmente, sino comprometidas con la revolución socialista nos interesa saber por qué pese a disponer Venezuela, en estos años de alza del crudo, del equivalente en dólares a 10 planes Marshall, como señala este autor, no se logró transformar la economía en un sentido socialista, y ni siquiera implantar un modelo de capitalismo industrial avanzado.
manuel sutherland |
Y eso es algo que en estos lares suena malsonante o a extraterrestres. Llevamos algunas décadas sin asociar el concepto de "conciencia" a la clase obrera, y medio siglo a los de "científica" y "revolucionaria". Aquí, los posmodernos decidieron que solo hay clases medias. Y así nos va.
Fdo: Encarna Ruiz Galacho
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