En la derecha española, caso de Ciudadanos, se ha puesto de moda utilizar el comunismo como arma arrojadiza. Ya se vio en el Parlamento, cuando la comedia de investidura que montó Pedro Sánchez, salir su socio Albert Rivera poniendo en los altares el papel moderador del Partido Comunista de Santiago Carrillo en la Transición, creyendo así fustigar a Podemos. Una treta que atajó como correspondía, el comunista y líder de IU-UP, Alberto Garzón.
La misma treta se gastaba días pasados el profesor de la Universidad de Barcelona y promotor del partido Ciudadanos, Félix Ovejero, en su artículo "¿Hacia una izquierda reaccionaria?" (El País 19/4/2016). Ahora utilizando nada menos que El Manifiesto Comunista, al que recomienda leer una vez al año, y que luego tilda de "panfleto". O sea que se le ve el plumero.
Que la izquierda se haga reaccionaria que es como hacerse de derechas es cosa que no debía preocuparle en absoluto al profesor Ovejero, al contrario tendría que alegrarle, como hombre de la derecha española que es. En realidad no tenía que haber recurrido al Manifiesto Comunista, teniendo como tiene mucho más a mano un ejemplo actual de "izquierda reaccionaria", como ha sido la operación del "sociolisto" Pedro Sánchez aliándose con Albert Rivera.
Pero en lugar de ese ejemplo reciente y manifiesto, nuestro hombre ha pretendido calzarle a toda la izquierda la horma del Manifiesto Comunista cuando eso solo vale o tiene sentido para la izquierda marxista, pero no para toda la izquierda española, cuya pluralidad ideológica es más que evidente.
Lo curioso es que hacer eso, confundiendo la parte con el todo, y tildar de comunista al enemigo o al adversario político, con fines perversos, es lo primero que denuncia el texto del Manifiesto Comunista que se hacía en su tiempo. O sea hace 168 años. Y en este caso con el agravante de tergiversar la finalidad de este tratado político y carta fundacional del socialismo científico. Por eso dudo de que Ovejero haya leído entero el Manifiesto de Carlos Marx y Federico Engels.
A la vista del tiempo transcurrido es comprensible que el Manifiesto tenga algunos anacronismos, pero sigue siendo un texto subversivo del internacionalismo proletario, cuya finalidad era argumentar la viabilidad de la "revolución comunista" sobre la base de la lucha de clases.
Y en ese sentido enfoca el papel de las crisis económicas, en cuanto debilita el dominio político e ideológico de la burguesía, haciendo ver el absurdo social que representa la existencia de la pobreza y el hambre en este mundo de abundancia material y despilfarro interesado.
No menos importante es la crítica a los falsos socialismos, destacando la del "socialismo burgués" que ha sido y es el más influyente en los partidos y sindicatos obreros. Por ello es cosa recurrente hacer creer que el Manifiesto es un canto a la burguesía "revolucionaria", al desarrollo de las fuerzas productivas, y a la mundialización del modo de producción capitalista. Porque esto es un tópico archiconocido.
Ovejero pretende que el Manifiesto diga que el internacionalismo es contrario al derecho de autodeterminación de los pueblos y naciones. Algo que no puede decir ni tampoco dijeron Marx y Engels, que llegado el caso lo demostraron con su defensa de la lucha de liberación de polacos e irlandeses.
Precisamente, porque el Manifiesto no hace un internacionalismo vago, sino que distingue la forma del contenido, también afirma que por imperativo de la forma " el proletariado de cada país deba acabar, en primer lugar, con su propia burguesía".( Vamos que, Ovejero fue a por lana y salió trasquilado).
Fdo: Encarna Ruiz Galacho