En este regreso al pasado que nos depara el integrismo católico y ocasionando con ello un gasto en tiempo y dinero a los tribunales de justicia, tenemos el reciente juicio a Rita Maestre, portavoz del gobierno municipal de Madrid, acusada de profanar la capilla católica de la Universidad Complutense de Madrid en marzo de 2011.
Y esto, con motivo de una protesta estudiantil contra el uso de los edificios públicos para fines religiosos, por lo que la fiscal pide 1 año de cárcel. Europa Laica pide que se archive la causa.
Son 33 capillas católicas, en los campus universitarios, las que costeamos con dinero público, la mayoría de ellas en Madrid y justo las que hay que suprimir. Al igual que las "salas multiconfesionales" que algunas universidades públicas han dado por habilitar, mientras falta espacio para la labor docente propiamente dicha. A los centros de enseñanza se va a estudiar, no a rezar.
Otro caso ha sido la denuncia de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, por la "Asociación Española de Abogados cristianos", a la que acusan de haber permitido que la poetisa Dolors Miquel, recitase en los premios Ciutat de Barcelona el poema Madrenuestra, una réplica del Padrenuestro, que ese grupo integrista tacha de "oración blasfema".
También la asociación "Más libres" se concentró ante el Ayuntamiento de Barcelona, con una pancarta "Libres para mostrar nuestra fe", rezaron el Padrenuestro en varios idiomas, y desafiaron al poder público con leyendas como esta: "Colau blasfema contra el Corán, si te atreves".
Hay que fijarse en esa apelación al fundamentalismo religioso musulmán que hace el fundamentalismo católicos, pues los integrismos se refuerzan unos a otros, así como su vinculación a las posiciones políticas de la derecha y la extrema derecha en donde sea.
Recital de Dolors Miquels |
Se trata de grupos que aspiran a volver a los tiempos confesionales, los de la alianza del sable, el altar y el trono. No quieren enterarse de que las creencias religiosas pertenecen al ámbito privado, y que ahí es donde tienen que estar.
Pero a ese integrismo le da alas en el Reino de España la Constitución de 1978 y los artículos 522 a 525 del Código penal en vigor. El artículo 16 de la Constitución proclama la aconfesionalidad del Estado español y su contrario. Empieza diciendo que ninguna confesión religiosa tendrá carácter estatal, y termina dándole a la Iglesia católica un trato preferencial, como es la financiación y demás privilegios garantizados por los Acuerdos con la Santa Sede.
Claro es que no se trata de tratar a todas las religiones como a la católica, convirtiendo la falsa aconfesionalidad en una multiconfesionalidad más gravosa si cabe en lo económico, político e ideológico.
La solución frente a los integrismos y los reclamos de poder de la religión sobre el Estado ha sido, históricamente, el laicismo republicano, que garantiza la libertad de fe y de culto, sobre la base de que las creencias religiosas son un asunto privado y no público.
Y razón por la cual, es una cuestión de principios que, para el Estado laico, no existan creyentes ni feligreses, sino ciudadanos. Como debe ser.
Fdo: Encarna Ruiz Galacho