El pasado mes de julio unos millares de activistas europeos llegaron a Grecia en solidaridad con los refugiados e inmigrantes. Entre ellos la Caravana a Grecia, abriendo fronteras, que embarcó el 15 de julio, con casi 300 personas de 20 ciudades del Estado español. Su misión: poner altavoz a la denuncia de las políticas de frontera de la Unión Europea que no cumplen con el derecho internacional y de asilo.
El número de refugiados e inmigrantes atascados en Grecia se cifra en torno a los 57.000, entre otras cosas porque el reparto a los países europeos, acordado en septiembre de 2015, ha sido papel mojado. Caso de España donde solo llegaron 147 familias, cuando numerosas ciudades ofrecieron dar acogida, pero que el Gobierno del PP no autoriza. Rajoy y su vicepresidenta ni siquiera fueron a la cumbre de países mediterráneos celebrada en Atenas.
Después del acuerdo de la UE con Turquía para que este país corte el paso a los refugiados sirios, éstos siguen huyendo de la guerra y llegando a las costas de Grecia, entre 180-200 diarios. Pero no todos los refugiados son sirios, de los 27.592 refugiados solicitantes de asilo registrados, hasta el 23 de agosto, el 54% eran sirios, el 27% afganos y un 13% iraquíes.
llegada de refugiados a la isla de Lesbos |
Además, en Grecia se ha desarrollado desde 2015 una experiencia maravillosa de solidaridad y democracia de base. Lo contaba Theodoros Karyotis en su artículo, La guerra del Estado griego contra los movimiento de base, publicado en los periódicos Diagonal y Rebelión el pasado mes de agosto.
Pese a las penalidades que sufre la población bajo las políticas de austeridad de la Troika desde hace cinco años, los hogares griegos se abrieron y los colectivos militantes crearon una red de acogida a refugiados e inmigrantes en edificios vacíos, cocinas colectivas, tiendas de comida, guarderías y clínicas a su servicio.
Y esta solidaridad no solo es la mejor alternativa a los campos de refugiados bajo control militar, y en el que las ONGs atienden y se desenvuelven lo mejor que pueden, sino el mejor antídoto a la xenofobia de la extrema derecha y el neofacismo griego organizado en Amanecer Dorado. Pero la solidaridad de base no es solo que no interese al Estado capitalista y los gobiernos de turno, es que es un peligro para ambos.
autogestión y solidaridad para apoyar a los refugiados griegos en Grecia |
Por eso, el Gobierno de Syriza, antes de que este movimiento de base se hiciera más potente, ordenó la operación policial que ha destruido gran parte de la infraestructura solidaria montada a lo largo de un año por los colectivos militantes. Una medida sobre la que hay que reflexionar, en lo que tiene de disposición de gobierno e interés de Estado, sobre todo cuando la izquierda sigue enredada en los conceptos que pretende neutros.
Syriza, una esperanza de la izquierda reformista griega y europea en su día, pero que tras su claudicación ante la Troika, se ha convertido en una izquierda neoliberal. Y por eso prefieren que la solidaridad se confunda con el ejercicio de la caridad y el asistencialismo de las ONGs.
Así, el viceministro griego de Protección Civil calificó de iniciativa bien intencionada a la solidaridad de base (autogestionada y autofinanciada), y de "esfuerzo parcial", que solo ayuda a un reducido nº de refugiados; por contraste con la generalista acción del Estado, que dispone de fondos de la UE.
Sin embargo, la diferencia es cualitativa, porque la solidaridad y la democracia de base es un exponente de que la sociedad puede emanciparse a sí misma y prescindir del Estado y de la casta que vive a su costa.
Fdo: Encarna Ruiz Galacho
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